miércoles, 25 de abril de 2012

¡BIENVENIDOS!

Un poema de Roger Wolfe para daros la bienvenida: Aquí está la casa, que como los poemas de este poeta del realismo sucio, puede que también se construya en el vacío. Pero al menos, estamos todos en ella, juntos y disfrutando.
Bienvenidos, amigos y familia.

METAFÍSICO ESTÁIS

El tipo dijo
con palabras elogiosas
que en el fondo
le agradezco:
«... he aquí el milagro
de una lírica
que se construye
en el vacío...»;
y miré los muros
de esta casa
que no es mía
y no hallé cosa
en que poner los ojos
que me ayudara
a pagar el alquiler.

Y tuve que darle
la razón.

jueves, 19 de abril de 2012

Avance Editorial: NUEVO LIBRO DE GALEANO

Os dejo un fragmento del nuevo libro de Galeano. Le debo este texto a Bernardo Ríos García, compañero en otro centro en las labores de bibliotecario. No estaría mal leer este texto el día del ENCUENTRO de los proyectos PERSONAS-LIBRO (IES ALARIFES RUIZ FLORINDO) y LA VOZ A TI DEBIDA (de nuestro centro).


Agosto 30
Día de los desaparecidos

   Desaparecidos:
   los muertos sin tumba,
   las tumbas sin nombre,
   las mujeres y los hombres que el terror tragó,
   los bebés que son o han sido botín de guerra.
   Y también:
   los bosques nativos,
   las estrellas en la noche de las ciudades,
   el aroma de las flores,
   el sabor de las frutas,
   las cartas escritas a mano,
   los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo,
   el fútbol de la calle,
   el derecho a caminar,
   el derecho a respirar,
   los empleos seguros,
   las jubilaciones seguras,
   las casas sin rejas,
   las puertas sin cerradura,
   el sentido comunitario
   y el sentido común. 


Nuevo libro de Eduardo Galeano: "Los hijos de los días". Cuento 4

lunes, 16 de abril de 2012

Retrato psicológico del hombre-masa

Siguiendo la lectura abierta por Sara en su blog, me permito ampliar su lectura con este fragmento de la misma obra (LA REBELIÓN DE LAS MASAS) de Ortega y Gasset. Así aprovechamos y ampliamos nuestro vocabulario, además. El primer párrafo es un retrato psicológico del hombre-masa. Más abajo se amplían estas caracterísitcas con otros modos de ser del llamado "señorito satisfecho" o "hijo de familia" que tanto abunda hoy en día. Aunque estas palabras están escritas en 1937 (increíble, pero cierto).

Esto nos lleva a apuntar en el diagrama psicológico del hombre-masa actual dos primeros rasgos: la libre expansión de sus deseos vitales — por lo tanto, de su persona y la radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia. Uno y otro rasgo componen la conocida psicología del niño mimado. Y en efecto, no erraría quien utilice ésta como una cuadrícula para mirar a su través el alma de las masas actuales. Heredero de un pasado larguísimo y genial — genial de inspiraciones y de esfuerzos — el nuevo vulgo ha sido mimado por el mundo en torno. Mimar es no limitar los deseos, dar la impresión a un ser de que todo le está permitido y a nada está obligado. La criatura sometida a este régimen no tiene la experiencia de sus propios confines. A fuerza de evitarle toda presión en derredor, todo choque con otros seres, llega a creer efectivamente que sólo él existe, y se acostumbra a no contar con los demás, sobre todo a no contar con nadie como superior a él. Esta sensación de la superioridad ajena sólo podía proporcionársela quien, más fuerte que él, le hubiese obligado a renunciar a un deseo, a reducirse, a contenerse. Así habría aprendido esta esencial disciplina: "Ahí concluyo yo y empieza otro que puede más que yo. En el mundo, por lo visto, hay dos: yo y otro superior a mí." Al hombre medio de otras épocas le enseñaba cotidianamente su mundo esta elemental sabiduría, porque era un mundo tan toscamente organizado, que las catástrofes eran frecuentes y no había en él nada seguro, abundante ni estable. Pero las nuevas masas se encuentran con un paisaje lleno de posibilidades y, además, seguro, y todo ello presto, a su disposición, sin depender de su previo esfuerzo, como hallamos el sol en lo alto sin que nosotros lo hayamos subido al hombro. Ningún ser humano agradece a otro el aire que respira, porque el aire no ha sido fabricado por nadie: pertenece al conjunto de lo que "está ahí", de lo que decimos "es natural", porque no falta. Estas masas mimadas son lo bastante poco inteligentes para creer que esa organización material y social, puesta a su disposición como el aire, es de su mismo origen, ya que tampoco falla, al parecer, y es casi tan perfecta como la natural.

Vaya esto tan sólo para contrarrestar nuestra ingenua tendencia a creer que la sobra de medios favorece la vida. Todo lo contrario. Un mundo sobrado de posibilidades produce automáticamente graves deformaciones y viciosos tipos de existencia humana — los que se pueden reunir en la clase general "hombre heredero" de que el "aristócrata" no es sino un caso particular, y otro el niño mimado, y otro, mucho más amplio y radical, el hombre-masa de nuestro tiempo — . Por ejemplo: la propensión a hacer ocupación central de la vida los juegos y los deportes; el cultivo de su cuerpo — régimen higiénico y atención a la belleza del traje — falta de romanticismo en la relación con la mujer; divertirse con el intelectual, pero, en el fondo, no estimarlo y mandar que los lacayos o los esbirros le azoten; preferir la vida bajo la autoridad absoluta a un régimen de discusión, etc., etc. (...).
Esto, pienso, hace ver con suficiente claridad la anormalidad superlativa que representa el "señorito satisfecho". Porque es un hombre que ha venido a la vida para hacer lo que le dé la gana. En efecto, esta ilusión se hace "el hijo de familia". Ya sabemos por qué: en el ámbito familiar, todo, hasta los mayores delitos, pueden quedar a la postre impunes. El ámbito familiar es relativamente artificial y tolera dentro de él muchos actos que en la sociedad, en el aire de la calle, traerían automáticamente consecuencias desastrosas e ineludibles para su autor. Pero el "señorito" es el que cree poder comportarse fuera de casa como en casa, el que cree que nada es fatal, irremediable e irrevocable. Por eso cree que puede hacer lo que le dé la gana. ¡Gran equivocación! Vossa mercê irá a onde o levem, como se dice al loro en el cuento del portugués. No es que no se deba hacer lo que le dé a uno la gana; es que no se puede hacer sino lo que cada cual tiene que hacer, tiene que ser. (...).
No podía comportarse de otra manera este tipo de hombre nacido en un mundo demasiado bien organizado, del cual sólo percibe las ventajas y no los peligros. El contorno lo mima, porque es "civilización" — esto es, una casa — y el "hijo de familia" no siente nada que le haga salir de su temple caprichoso, que incite a escuchar instancias externas superiores a él, y mucho menos que le obligue a tomar contacto con el fondo inexorable de su propio destino.