Este texto se lo dedico a Antonio Rodríguez, por una conversación sin importancia "en el recreo". Es díficil tener claro que es lo importante de lo superficial, qué vale la pena y qué vale dinero (papel virtual, susceptible de mojarse y no valer nada..., para las agencias de calificación, por ejemplo...). Pero más difícil es saberlo ahora, cuando todo empuja hacia el mismo abismo y la gente se deja arrastrar hacia él, cabizbaja, tristemente (¡si al menos sonara la música como en La última noche del Titanic! -la película clásica, no la versión soporífera esa). Yo al menos estoy en otra parte, equivocado quizás, pero somos más de lo que otros creen.
"El precio a pagar es alto" (recuerda la anécdota que te conté), pero a mí, como a los príncipes de LA ISLA DE VANCOUVER, me enaltece.
(Un abrazo, de esos que entienden nuestras personas lectoras y nuestras personas-libro).
“En la isla de Vancouver los indios celebraban torneos para medir la grandeza de los príncipes. Los rivales competían destruyendo sus propios bienes. Arrojaban al fuego sus canoas, su aceite de pescado y sus huevos de salmón; y desde un alto promontorio echaban al mar sus mantas y sus vasijas.
Vencía el que se despojaba de todo.”
¡Eso voy a hacer yo con los apuntes de filosofía!
ResponderEliminarEmilio, supongo que por lo valioso que son esos apuntes, claro...
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