miércoles, 16 de noviembre de 2011

GILEAD, de Marilynne Robinson.

De nuevo me asalta un texto que viene a cuento de lo que estamos tratando en clase de Historia de la Filosofía. Misterios, casualidades, destino..., de un lector que está atento a las relaciones entre las palabras y la vida cotidiana ("como saben mis alumnas del bachillerato de ciencias..."). Leedlo, porque podéis sacar provecho en los debates suscitados estos días en clase.
El narrador del texto, obviamente, es un creyente, el reverendo John Ames, que escribe una carta a su hijo de 7 años para que éste la lea, una vez fallecido. Es una novela bien escrita, bien editada, entrañable a veces y, por tanto, recomendable.

En cuestión de fe, siemre he considerado que los argumentos defensivos tienen la misma irrelevancia que las críticas a las que pretenden dar respuesta. Opino que el intento de defender la fe puede, en realidad, turbarla, pues al tratar sobre cuestiones fundamentales y absolutas siempre se cae en la ineptitud.
(...).
Si Dios está a un nivel absolutamente distinto: si dios es autor de la Existencia, ¿qué significa decir que Dios existe? Tenemos un problema de léxico. El Ser Supremo debe tener un carácter, previo a la existencia, que la pobreza de nuestro entendimiento sólo puede llamar existencia. Esto, claramente, es fuente de confusión.(...).
Por lo tanto, aquí tienes mi consejo: no busques pruebas. No te molestes en ello. Las pruebas nunca bastan para aclarar la cuestión y siempre resultan un poco impertinentes, creo, porque reclaman para Dios un lugar a nuestro alcance conceptual. Y, probablemente, en tu fuero interno te sonarán equivocadas, incluso si convences a alguien con ellas. A la larga, esto resulta muy perturbador. "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres", etcétera. Fue Coleridge quien dijo que el Cristianismo es una vida, no una doctrina, o palabras parecidas. No te estoy diciendo que nunca tengas dudas o que no te hagas preguntas. El señor te dio un intelecto para que hicieras buen uso de él. Lo que digo es que que debes tener la certeza de que esas dudas y preguntas son cosa tuya y no, por así decirlo, el bigote y el bastón que están de moda en un momento determinado.
Marilynne Robinson, Gilead, Barcelona, 2011. 
Galaxia Gutemberg, págs.:196, 197

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